Micromensajes de fe
Gracias a Dios que la inmensa mayoría de los que vivimos en este país, siguiendo las recomendaciones de las autoridades, estamos respetando la cuarentena y tomando los cuidados que nos recomiendan los principales infectólogos de nuestro país. Es muy importante que tomemos todas las precauciones para cuidarnos del coronavirus, como también de otras enfermedades letales. Pero, ojalá tomáramos las mismas precauciones para cuidarnos de algo que es infinitamente peor que el coronavirus, y mucho más contagioso y destructivo.
Quisiera explicarlo a la luz de las palabras de Jesús.
Él dijo: “No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno” (Evangelio según San Mateo 10.28).
El ser humano se compone de cuerpo y alma. El coronavirus puede matar el cuerpo de una persona, pero no su alma. ¿Qué es lo que puede matar el alma y luego enviarla al infierno? Solo una cosa: el pecado.
¿Qué es el pecado? Sencillamente hacer lo que está en contra de la voluntad de Dios. Y el número de contagiados del pecado es el 100% de toda la población mundial. Yo y vos también hemos pecado.
Pero Dios nos amó tanto que preparó una vacuna contra el pecado hace como 2000 años. El costo fue altísimo. Su Hijo Jesucristo, haciéndose cargo de todos nuestros pecados, murió en la cruz y derramó su sangre para rescatarnos del pecado y del infierno.
¿Cómo podemos recibir esa vacuna? No tenés que ir a ningún lugar. Allí mismo donde estás ahora podés recibir la salvación. La Biblia dice que si confesás con tu boca que Jesús es el Señor, y creés en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo (Epístola a los Romanos 10.9).
¡Es maravilloso ser salvo!
Jesús es el único que puede perdonar todos nuestros pecados y hacernos una nueva persona. Y cuando, tarde o temprano, llegue el día de nuestra muerte, no tendremos ningún temor, pues la muerte será solo una puerta para entrar al cielo para disfrutar eternamente de la presencia de Dios.







