En Argentina y en los países de la región la Navidad casi coincide con la llegada del verano, el fin del año, el comienzo del período vacacional, el cobro del aguinaldo y algunas cosas más.
En los países del hemisferio norte coincide con el período invernal, la nieve, comidas calóricas, Santa Claus o Papá Noel. Y desde allí nos han exportado, o hemos importado, esas costumbres a pesar de que estamos en el hemisferio sur.
En la actualidad, la principal característica de esta celebración, por un lado, es el consumismo (shoppings, compras, regalos, comidas, bebidas, el arbolito, y artículos de pirotecnia); y por el otro, definir con qué familiares nos juntamos la noche del 24 y la del 31 de diciembre.
La secularización de la Navidad
Pero es propio que nos preguntemos: ¿Qué estamos celebrando? La mayoría no tiene conciencia o no toma en cuenta el verdadero significado de la Navidad.
Y lo que es peor, en nuestros días hay una fuerte presión de parte de un pequeño sector hacia la secularización de la sociedad. Esto apunta a “descristianizar” la Navidad. La propuesta, entre otras, es que en vez decirnos “Feliz Navidad”, nos digamos “Felices Fiestas”, bajo la pantalla de una supuesta no discriminación de los que no son cristianos.
En Argentina más del 90% de la población se reconoce como cristiana. ¿Es justo que un pequeño porcentaje de agnósticos y ateos quiera imponernos a la inmensa mayoría su percepción secularista? Esto constituye una falta de respeto a la mayor parte del pueblo argentino. Todos son bienvenidos a celebrar con nosotros la Navidad, sean creyentes o no. Pero, por favor, un poco de respeto; no quieran vaciar a la Navidad de su verdadero significado.
Navidad es nacimiento
La palabra Navidad es la abreviación de Natividad. Y se refiere al acontecimiento más importante de la historia del universo: ¡El Creador de todo cuanto existe se hizo criatura! En Navidad celebramos el nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios. ¡Navidad es el cumpleaños de Jesús! Y este hecho inédito merece la mayor de las celebraciones.
Navidad es Jesús, es don, es amor, es salvación, es paz. Navidad es la llegada del reino de Dios a la tierra para que nosotros hagamos su voluntad como se hace en el cielo. ¿Cómo sería nuestro país si cada uno viviera según la voluntad de Dios?
Pero, lamentablemente, Jesús, el cumpleañero, es ignorado en la mayoría de nuestras mesas navideñas, cuando él debería ser el agasajado, el homenajeado.
Una propuesta para esta Navidad
Cuando nos reunamos con nuestros familiares en la próxima Navidad, sería bueno que antes de comer leyéramos en el Evangelio según San Mateo, o en el de San Lucas, el relato del nacimiento de Cristo. Que le diéramos gracias por haber venido al mundo a salvarnos mediante su sacrificio en la cruz. Que lo adoráramos ya no como el niño de Belén sino como el Señor sentado a la derecha del Padre en los cielos. El merece que lo honremos como Señor de nuestras vidas, que le cantemos canciones y villancicos. Y que, por sobre todo, lo invitemos a vivir en nuestro corazón como Señor y Rey. Él está vivo, pues no solo murió, sino también resucitó de los muertos. Él quiere morar en nuestro corazón mediante el Espíritu Santo.